Signos vitales, la clave de la excelencia

En seguridad industrial es muy común utilizar la tasa de frecuencia (n° de lesionados/horas de exposición x 1.000.000) para evaluar la gestión o estado de un proceso en términos de seguridad. Así, si la tasa es baja se infiere que el proceso es robusto y viceversa. El problema radica en que este indicador considera el pasado, eventos ocurridos y que no necesariamente tienen relación con el presente, así, por ejemplo, procesos con baja tasa pueden presentar serios problemas de seguridad y otros con alta tasa mayor robustez que los anteriores.

Por tal motivo decimos que la tasa de frecuencia más que un indicador es un buen profesor de historia.

Si queremos saber el verdadero estado de un proceso, debemos concentrarnos en monitorear y medir sus signos vitales. La ciencia de la salud lo indica, por cuanto la ciencia del management debiese seguir sus pasos.

La medicina preventiva se basa en los signos vitales. Por ejemplo, si una persona, por muy bien que se sienta, presenta presión arterial elevada, glicemia sobre los rangos normales y/o índice de masa corporal sobre 30, diremos que tiene una alta probabilidad de desarrollar alguna enfermedad crónica (hipertensión, diabetes), motivo por el cual debiese tomar una serie de medidas para estabilizar estos indicadores. En seguridad ocurre lo mismo, debemos medir los principales signos vitales para evitar preinfartos (cuasi accidentes) e infartos organizativos (incidentes graves).

¿Cómo medir esos signos vitales? Con estaciones de monitoreo en las variables Sistémicas, Sintomáticas e Incidentales del proceso.

En Ciaro desarrollamos el modelo SAT (Sistema de Alerta Temprana) el cual permite concentrarse en los signos vitales, trabajar con datos, establecer planes de acción y medir su efectividad.

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